viernes, 26 de agosto de 2011

Todo

Una melodía, que surge de lo más profundo de su alma, que no la escuchan los oídos sino que hace bailar el corazón, fatigar los labios, estremecer hasta el más recóndito punto de mi alma y ponerla en espejo con el alma suya, haciendo que se vean, que se acaricien, se recorran con los labios todo su ser, se observen de cerca, cada vez más de cerca, que compartan suspiros, haciéndose cosquillas con los dientes hasta en los dientes.

Una sonrisa. Una dulce sonrisa que abriría cualquier corazón, que curaría las penas, los tormentos más graves con una brizna de la luz de su boca, que me ilumina, me aturde mis sentidos, llamándome con la fragancia de su cuello, invitándome a devorarla hasta los huesos con la dulzura de un escalofrío, con la sutileza de las alas de mariposa que me dan rienda a volar, a liberarme del peso de la vida, a abrazar la levedad del alma más pura.

Una caricia. La última caricia. La más sutil y delicada de todas. Una caricia que aprendió de las anteriores para ser todavía más perfecta, más delicada, con la energía de un gorrión pero con la tranquilidad y la perseverancia de la tortuga, que recorre despacio, cada vez más despacio cada rincón de mi cuerpo, cada instante de mi alma y todo mi ser.

Todo tan lejano y todo tan cerca.
Todo tan lento y todo tan breve.
Todo tan fuerte y todo tan delicado.
Todo tan bello.

Todo cada vez más bello.

Todo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Tu beso eterno

Horizontes de sueños,
de lágrimas de felicidad,
de sueños de eternidad,
eternos besos derramemos,
soñando sin más, que volveremos
una y otra vez a suspirar.

Agita tus rojos labios,
rompe la oscuridad de mi alma
con tus ojos que buscan calma
como el que en Madrid busca a dios.
Yo soy más sencillo, mi dama.
No quiero oír jamás tu adiós.

Ámame una y otra vez
con tu mañana de sosiego.
Con la dulce mirada sin miedo
del que solo besa tu bella tez.
Otórgame el poder inmortal.
Concédeme tu beso eterno.