Recuerdo
la gloria del pasado.
La belleza eterna, las miradas del alma.
La belleza eterna, las miradas del alma.
Recuerdo
los suspiros vitales,
hormigas en la nuca,
aliento cálido en el corazón.
hormigas en la nuca,
aliento cálido en el corazón.
Recuerdo
la distancia inexistente,
la desnudez del rostro,
las lágrimas que sonreían.
la desnudez del rostro,
las lágrimas que sonreían.
Recuerdo
que la belleza no estaba en la vista sino en el tacto.
Recuerdo que el olor lo captaba el alma, no la nariz.
Recuerdo que miraba hacia atrás y veía el futuro.
Recuerdo que el olor lo captaba el alma, no la nariz.
Recuerdo que miraba hacia atrás y veía el futuro.
Era una
brisa que anunciaba la primavera.
Caminaba
sin camino. Con rumbo fijo, sin descansos. No había baches, no había bancos
para pararse a mirar. Y cuando llegué al final encontré un mar, era un océano
de miedos y dudas. Las olas eran lágrimas. La espuma dolía, y el frió esta en
el corazón, no en la piel. El dolor esta dentro y busca salir de ahí como una
burbuja de aire que busca escapar del agua. Pero la burbuja de dolor es como la
tinta, que se diluye y puedes ver que se expande, y pierde color, pero contagia
todo a su alrededor, y lo deja
diferente, eternamente alterado. Alterado pero no mejor. Alterado pero no peor.
Alterado pero más fuerte.
Sin más.
Sin más.