Me he pegado toda la vida obsesionado con no mentir, porque
sería no solo una traición a los demás sino también a mí mismo, y por eso nunca lo he hecho. Pero me he dado
cuenta que todas las veces que creía que simplemente no diciendo las cosas, o
pensando que no tengo por qué contarlas es mentir, sobre todo a mí mismo. Y
todas las veces que he sentido algo y, o por ser consecuente, o por no dañar a
nadie no he dicho lo que sentía he mentido o me he mentido. Y todas las veces
que he querido besar o abofetear y no lo he hecho me estaba mintiendo.
Juro sobre mí mismo que no me volveré a mentir.