¿Te acuerdas de aquella tarde de primavera?
Tú llevabas aquél vestido que te sienta tan bien con tu sonrisa, y yo iba como
siempre, pero me sentía más guapo a tu lado. Fuimos al cine y vimos una
película que no dejaba de hacerte sonreír, y yo no podía dejar de mirar cómo se
levantaban tus pómulos sonrojados, mientras me acariciabas la mano.
A la salida aproveché un momento que estabas distraída para
comprarte flores, y tú hiciste como que te enfadabas porque te dan pena las
flores porque se acaban tirando, pero yo me fijé en que tus orejas se habían
puesto coloradas por lo que supe que te habían gustado. Además hacían juego con
tus ojos.
Fuimos paseando sin rumbo de la mano de un lado a otro sin
nada que hacer más que reír, mirarnos y besarnos.
Después fuimos a mi casa y te preparé la cena mientras
hablábamos, mientras me abrazabas cuando cocinaba y me besabas el cuello y
apoyabas tu cabeza en mi espalda. No me acuerdo el qué cociné pero no parabas
de decir que estaba delicioso por lo que acabé creyéndomelo. Me acuerdo lo
graciosa que estabas cuando se te calló la comida al vestido y me pediste que
te ayudara a quitar la mancha, te acompañé al baño y bueno, tú estabas con el
vestido a medio quitar y me dio pena no quitártelo del todo mientras te besaba
el cuello.
Recuerdo que hicimos el
amor como si no hubiera un mañana y recuerdo que te quedaste dormida sobre mi
pecho, desnuda, y yo te acariciaba la espalda y el pelo y también acabé
dormido.
Ojala no hubiera sido un sueño, porque fue muy bonito.
Lástima que no haya pasado.