domingo, 23 de octubre de 2011

Ahí donde nace

Y es cuando alzas la mirada cuando te das cuenta de que la belleza está ahí donde nace, ahí donde siempre ha estado innata. Y hay momentos en los que lo verás todo gris, en los que no habrá nada bello, donde el mundo que te rodea creerás que es el mismo todos los días. Pero no es así. Y solo hace falta mirar la luz de unos ojos bonitos para darte cuenta de que no es así, de que esa luz alumbra gran parte de la penumbra que nos rodea. Pero también tiene una dura maldición, y es que cuando uno ve esa luz solo quiere ver más, sus pupilas se dilatan, y lo que es oscuro se hace más oscuro, caemos en las tinieblas cuando se apaga el farol de la belleza y que nada es bello a nuestro alrededor, que el fango nos alcanza hasta los ojos y nos impide ver dónde hay luz. Pero sigue habiendo luz. Solo que nos gusta ahí donde nace, donde se hace eterna y arrastra a nuestra alma a un mundo de eterna belleza, donde nos damos cuenta de que ahí se encuentra todo lo que hemos buscado durante tiempo. Hay lugares que siempre están iluminados. Y no por nada París es la ciudad de la luz. Pero esa luz nos ilumina a nosotros, pero no a nuestras almas. Solo podemos iluminar nuestras almas con la luz que tenemos encerrada en nuestro corazón y que se abre con la llave de la luz de una mirada. No de una mirada cualquiera, sino de la más bella de las miradas. De una mirada que es capaz de traspasar los rincones del alma humana. Que nos ilumina por dentro. Que nos embriaga por fuera. Que hace que no temamos a la muerte, que nos hace respirar con el eterno suspiro, con la constante razón de que nuestro corazón no deje de palpitar. Y es por ello que tu mirada es lo más bello del mundo. Que no somos nadie sin luz, o más bien, que sin luz nos convertimos en tan solo gente. Que es la luz que otorgamos y que vemos la que nos hace ver las personas entre la gente, los genios entre los locos, y las diosas entre las mujeres. Es por ello que la luz será tan eterna como haya gente que sepa ver la belleza del alma. Y es cuando alzas la mirada cuando te das cuenta de que la belleza esta ahí donde nace, ahí donde siempre ha estado innata. Ahí donde siempre estará. En tu alma. En tus ojos.