jueves, 31 de marzo de 2011

Adiós al amor.


Adiós al amor. Adiós a la vida, adiós a la muerte, adiós a los sueños, a los despertares. Adiós al espacio-tiempo, adiós a las carcajadas, adiós a la felicidad, adiós a la tristeza, adiós a la música, adiós a las pasiones, adiós a la ternura, adiós a la subjetividad, adiós a la revolución, a la lucha, a la defensa. Adiós a las mujeres, a las chicas, a las señoritas, a las damas y a las niñas. Adiós a los hombres, a los caballeros, a los chicos, los señoritos, y los niños. Adiós a la poesía, a la reflexión, a los sentimientos, adiós a las emociones que desbordan el alma. Adiós a las lágrimas, al estremecimiento, a la libertad, adiós a la filosofía, adiós al arte, adiós a la historia, al pasado, al recuerdo, a las sonrisas que inspiraba el recuerdo. Adiós a cantar con el corazón, a reír con la cabeza, a sonreír con los ojos. Adiós a Chopin, a Gorecki, a Rachmaninov, a Liszt, a Beethoven. Adiós a mi.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Historia de una caida.


Me levanto de la mesa, miro al frente sin inmutarme y me dejo caer hacia atrás sin energía, más bien como con indiferencia, y empiezo a caer.
Noto algo de aire detrás de las orejas, algo de cosquilleo en la tripa, nada fuera de lo normal.
Mientras caigo, mi cabeza no piensa en nada.
No está feliz, más bien no piensa en nada para no poder pensar algo malo.
Siempre es mejor la soledad que las malas compañías, en especial dentro de la cabeza.
El mundo alrededor se vuelve cada vez más oscuro, más simple, en gris oscuro con trazos en negro y un hilo de luz que no sé de donde sale, al que no le doy mucha importancia, y oigo un fuerte golpe de silencio que ensordece mis oídos mientras caigo.
Giro la cabeza, y mientras caigo veo mis dedos, veo cómo se relajan, a mis lados, sin aferrarse al aire, sin la vida que los caracterizó en su día, y empiezo a ver cómo mis uñas se empiezan a deshacer, y lentamente mientras caigo, a ambos lados mis dedos empiezan a desaparecer, seguidos por mis manos y mis pies, y después, mis piernas.
Poco a poco mi cuerpo se deshace en la oscuridad, desapareciendo en una inescrutable oscuridad para no ser visto de nuevo.
Al poco me doy cuenta de que ya carezco de brazos y piernas, de que mi ombligo está siendo consumido, constantemente voy desapareciendo sin remordimiento.
Al final puedo ver mi corazón, que no está siendo consumido y veo que se queda solo, que se queda colgando de un hilo de luz.
Que ese hilo de luz que veía era de mi corazón.
Era lo que me ha estado sujetando, lo que hace que no caiga, que no me consuma por completo, que quede algo que de vida a la oscuridad del mundo.
Cuando mi cuerpo ya había desaparecido, veo mi corazón en un hilo.
Solo en la oscuridad.
Solo con sus latidos.
Solo con la luz, fina, delicada, que se resiste a desaparecer, que probablemente, por muy oscuro que parezca el mundo, sujetará mi corazón e impedirá que caiga en la nada.
En ese hilo no hay cabida para la razón, la lógica, la verdad, la alegría, el mundo real, el ocio, el vicio, el pensamiento.
En ese hilo solo puede caber un único sentimiento.
La esperanza.
La esperanza de que ese hilo no será el único que sujete mi corazón.

martes, 22 de marzo de 2011

La sombra sin sombra.


Había cerrado la puerta a la duda, a la vida, al oscuro objeto de deseo mucho antes de que me diera cuenta de que existía esa puerta.
Había dado la vuelta a todo, hasta el punto en que me había quedado exactamente igual, pero boca abajo y sin fuerzas para darme la vuelta, para levantarme, como una tortuga que se rinde.
El cuco que había anidado en mi alma había arrojado todos los huevos que alguien puso ahí, y creció solo, vacío, con un falso hijo en su interior.
Entonces fue cuando empecé a ver las sombras.
Sombras que eran más grandes de lo que eran en realidad.
Un auténtico baile de sombras, sin una sombra propia. Como Peter Pan que la busca para atarla, no encontraba mi sombra en el baile, había escapado de mí, había roto los lazos que la ataban a la realidad y volví a las tinieblas de sombras, con miedo de ver la luz capaz de darme mi sombra.
Ahora ya no sé si quien ha escapado soy yo o es mi sombra.
Ahora ya no sé si yo soy yo o soy mi sombra.
Ahora solo soy una sombra de un objeto inerte, destruido, que solo puede dar sombra.
Solo se actuar como habría actuado.
Solo se cantar como habría cantado.
Solo se vivir como imaginaba que vivía.
Solo sé que ese que está haciendo lo que hago no soy yo.
Aunque yo ya no sé quién soy.
Qué demonios hago actuando como actúo, vistiendo como visto.
Solo soy una sombra, que solo puede ver las sombras de lo que me rodea.
La sombra de la belleza, la sombra del amor, del cariño, de la vida.
La sombra de la vida que perdí, la vida que ignoré, la vida que no volverá.

La sombra de la oscuridad que me rodeaba es más oscura aun de lo que imaginé.

domingo, 20 de marzo de 2011

So long...

And so long, mistress sings
So long, I can't wait
To my love
Wait one more.

So long, mistress sings
So long, my fate has changed
It's been deranged

So long to these kite strings
So long, I've been saved
Before I'm saved once more

I call upon my daring
I call upon, I can't taste anymore
I can't waste anymore

viernes, 4 de marzo de 2011

Vaya mundo, ¿no?

Rompí mi alma, desquebrajé mi espíritu y tras todo aquello no me sentí ni siquiera cerca de la libertad.
Siento ver el mundo tan cruel.
Siento ver que nada de lo que haga me hará feliz.
Siento que mi forma de pensar me lleve a la equivocación del mundo.
Un día despertaré y supongo que sabré como actuar, cómo ser libre, cómo vivir.
Hasta entonces no sé como estaré, no sé que sentiré, no se cómo verte, cómo sentirte, cómo liberarte.
Un día despertaré y sabré hacerte feliz, hacerte maravillas, conocerte, vivirte, morir entre tus suspiros.
Hasta entonces seré alguien.
Alguien que no sabe vivir.
Alguien que no sabe sentir.
Alguien que quizás conozca la vida, sin saber que hacer con ella.

Siento ser lo que soy.
Siento morirme por dentro, y morirme con mi mundo en él.
Siento que mi mundo se rompe con mi vida.
Que mi vida no sabe ser mi mundo.
Que nada será lo que fue.
Que todo me envolverá en un sumiso nada.
Que no sabré actuar, que seré estúpido a más no poder con mi estupidez, que sentiré frío, que moriré por dentro y que nada me hará feliz.
Solo quiero pedir disculpas por todo ello, por mi incógnita, por mi confusión.
Por ser alguien que no sabe ser.
Por no ser quien soy.
Sinceramente, lo siento.
Hasta más no poder lo he intentado.
O no.
Quizás me equivoque.
En fin, desvarío.
Vaya mundo, ¿no?