miércoles, 14 de diciembre de 2011

Como un puzzle, pero al revés.

La vida es como un puzzle, pero al revés. En lugar de crear un marco con las piezas que tienen un borde recto, y a partir de ahí ir adentrándose, comienzas con unas pocas piezas sueltas, que no tienen nada que ver entre sí ni con las que le rodean. Y poco a poco uno va encontrando otras piezas que encajan con esas piezas, creando pequeños islotes. Al cabo de un tiempo algunos de esos islotes han crecido lo suficiente como para que se hayan unido algunos de ellos, siempre sin que dejen de crecer, sin que haya nada que los encierre, al contrario que con un puzzle. Al final se consigue un enorme puzzle sin un marco, que tiene muchos huecos inconclusos, con piezas que se intuye donde van pero que no encajan en ninguna parte o que no tienes las piezas que las hacen encajar con otras que ya tienes, y algunas veces incluso tienes partes cerradas que están acabadas desde hace mucho y que permanecen igual, expandiéndose o no, pero que ahí están. Y al final lo único que importa es lo grande que sea tu puzzle, los espacios vacíos que tienes, que al fin y al cabo son los que más te obsesionan, impidiendo que crezcan más otros islotes porque les centras demasiada atención, y al revés, islotes que te centras exclusivamente en ellos y cuando te quieres dar cuenta no los has conseguido unir con ninguno otro y no sabes por donde continuar. Por eso es importante pararse de vez en cuando a mirar tu obra. A ver que partes te van a ser más fáciles de expandir, o que partes son todas de negro y no puedes distinguir una pieza de otra, y ya irán saliendo según los pequeños detalles que las diferencian. La vida es como un puzzle, pero al revés. Y por eso de debe tomar con la misma calma. Nadie ha hecho nunca un puzzle con prisa.