lunes, 25 de julio de 2011

Imperativo

Contad las horas de la naturaleza, pobres mártires del viento, contemplad y no deseéis otra cosa que no sea la belleza que alumbra el camino hacia el mayor de los deseos, el mayor de los suspiros y el mayor consabido placer.
Contad cuántas horas de vida habéis malgastado con insulsas alegrías, con destructivos placeres rodeados de la mas lastimera certeza de la duda.
Contad y contemplad cual es el error de vuestra vida, el hoyo que vosotros mismos habéis cavado en el cual os enterráis a posta, os destruís por negligencia y condenáis vuestras almas a la insegura infelicidad.
Volved atrás si podéis a romper vuestros lazos con la novia cadáver que os acompaña, con el suspiro desechado de la vida que os sobra, con el odio que no podéis sacar del cuerpo, con la absoluta infelicidad estúpida llena de placeres mundanos que no llenan el hoyo de vuestros corazones, que no hacen sino llenarlo de un mayor vacío.
Volved a los tiempos del todo y el nada, de la juventud que no llora ni mama, que busca el placer del egocentrismo, del orgullo propio, del amor a lo ajeno.
Llenaos de odio y alcohol, de lágrimas amargas, de sonrisas falsas y destrozados nudillos, de nerviosismo hasta en sueños, de gritos y patadas al mobiliario.
Liberaos de miedos, de sustos, de desechos, de mustios lamentos, de extravagantes atuendos, de enemigos sin odio, de amigos sin amor, de recuerdos sin alma, de lugares sin recuerdos, de vidas sin lugares.
Llorad a vuestra madre, llamad a vuestro padre, reíros con vuestros hermanos, devolvedles la vida a vuestros antiguos, cambiad de tonalidad.
Mirad y aprended.
Recordad y olvidad.

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