domingo, 20 de noviembre de 2011

Sueño de la realidad

Quizás haya un momento en el que solo tenga que abrir el ojo de mi mente, que comprenda las inquietudes de mi alma, que no mire nada pero que observe todo lo que mi corazón quiere y no lo suelte. Ojalá haya una forma de tener certeza en algo, aunque sea mínimo. Yo conozco algunas certezas. Se que detrás esta el pasado, y que no se puede cambiar, y que delante de mi hay un camino que acabará en la muerte. Y ni siquiera estoy seguro de esas certezas.
A veces pienso que el presente no es más que una delgada linea. Otras pienso que pese a ser delgada es absolutamente inmensa e inabarcable. El tiempo se ha convertido en un aliado con el que recuerdo los viejos tiempos de malos ratos juntos.
Todo sigue igual, no cambia nada, ni las personas, ni los deseos, ni las pasiones. Se que me persigue el tiempo, pero yo también le persigo a él hasta que llegamos a un punto en el que nada existe, que todo acabará en un big bang, en el que está todo, en el que no hay nada, en el que la belleza y el amor se unirán con la soledad y el desasosiego para juntarse y engendrarme como hijo suyo, ajeno al deseo, al tiempo y a la mortalidad.
A veces me siento como un héroe griego en un viaje épico en el que la llegada a casa no es el final de la historia sino un final como otros muchos. Siempre he admirado la belleza del héroe griego, de su valor estético y su aceptación de la realidad. Rebeldía desde la realidad. Sueño desde la realidad. Toda la imaginación y fantasía que pueda ser creada desde la realidad. Hércules jamás redimió sus culpas. Hefesto solo supo trabajar en su forja. Jasón no encontró nada que le cambiara en el Vellocino. Cuando Ulises llegó a Ítaca nada era como antes pero daba igual, porque él tampoco era como antes.
Solo necesito mi mente para intuir el futuro. No me siento capaz de comprenderlo pero quiero intuirlo. Quiero verlo para destruir la tónica, destruir su dominante, eliminar las terceras, las quintas paralelas, las séptimas mayores y menores. Destruir todo aquello que intente decirme qué es la música sin saber escucharla. Porque todo en la vida es música, todo es sentimiento puro. Ojalá la música no necesitara de instrumentos para que las mentes débiles comprendan que lo es todo, que va más allá de todo. Que no existe nada que la supere porque no existe nada más. Porque la razón empieza desde la emoción.
Y la emoción nunca acaba. Tampoco sé cuando comenzó.
Quizá sea ese mi dios. Oh dios todopoderoso condúceme por tu sendero de caminos irregulares hacia la gloria que quizás merezca.
Te aseguro que no te arrepentirás.

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